Sacando el papel mural...

Ayer y hoy he estado en eso... sacándole el papel mural a las paredes del departamento en el que vivo.
Además de las huellas digitales borradas, las miradas curiosas de Jafar y el cansancio, también he pensado (sí, aunque usted no lo crea!).
Pensaba en lo idílico que sería poder cambiar nuestro propio papel mural, o papel personal en el caso de los seres humanos.
Qué genial sería que pudiésemos sacar, cada cierto tiempo, eso que nos envuelve y que muchas veces no nos deja ser de verdad; eso que oculta nuestra esencia y nos protege de cierto modo de los embates del ambiente para que nuestros muros se mantengan enteros.
Sería más genial aún que un día decidiéramos sacar definitivamente el papel y que dejáramos los muros al descubierto y que entendiéramos que aunque el frío, la humedad, el smog, el polvo y todo lo que se pegaba en el papel también debe pegarse en el muro y que no es malo porque lo fortalece.

Puede corroerse, es cierto, pero una buena pasta de muros que cubra ciertas cicatrices no está demás, una buena pintura que embellezca más aún la esencia del muro tampoco es malo.
Podríamos ser como las serpientes que cambian el cuero.

...podríamos, podríamos, podríamos... basta de podríamos, es hora de asumir lo que somos: muros empapelados.

(la pura volá)